miércoles, 25 de abril de 2012

Los polos se derriten, ¿cuáles serán las consecuencias?

Basándose en datos de satélites y modelos climáticos, científicos calculan que las dos capas polares están perdiendo suficiente hielo como para hacer subir el nivel del mar. En total, está aumentando unos tres milímetros anualmente.
En un artículo que aparecerá próximamente en la revista especializada Geophysical Research Letters, los investigadores dicen que la pérdida de hielo está ocurriendo a una velocidad mayor que la que se creía.



Como promedio, la pérdida de la capa de Groenlandia está aumentando en casi 22.000 millones de toneladas al año, mientras que la capa antártica, mucho más grande y más fría, se está reduciendo en 14.500 millones adicionales por año. Si estos incrementos persisten, el agua de las dos capas de hielo polares podría añadir 15 centímetros al nivel promedio global del mar en 2050.

La depresión en el sustrato rocoso antártico creada por el peso del hielo se llenará de agua al desmoronarse la capa de hielo. La región experimentará un rebote al librarse de esas toneladas de hielo, con lo que la depresión se encogerá, empujando más agua a los océanos, contribuyendo a su subida.

El efecto rebote de las tierras actualmente aplastadas por el hielo, inducirá un movimiento dramático del eje de rotación de la Tierra , de unos 500 metros respecto de su posición actual. El cambio tendrá por consecuencia empujar más agua desde el Pacífico y el Atlántico Sur hacia el Indico sur y al Pacífico y Atlántico Norte.




Las peores subidas las sufrirán las costas de Norteamérica y de los países del océano Índico. En total, el aumento será un 25% superior a lo esperado, es decir, entre seis y siete metros (en Washington D.C. subirán seis metros, y en la mayor parte de Europa, siete). Y eso sin incluir en el cálculo el líquido que engrosaría los océanos si se derritiese el hielo de los glaciares, de Groenlandia y de la Antártida Oriental.

Por tanto, sólo queda preguntarse: ¿Qué podemos hacer al respecto?

Fuentes:
BBC
Ice2sea

miércoles, 18 de abril de 2012

El efecto invernadero, ¿en qué consiste?

Los gases de efecto invernadero actúan de manera similar al techo de vidrio de un invernadero, atrapando el calor y recalentando el planeta. El aumento de las temperaturas conduce al cabio climático que incluye efectos tales como el aumento del nivel del mar, cambios en los modelos de precipitación que producen que producen inundaciones y sequías, y la diseminación de enfermedades transmitidas por vectores tales como la malaria.
Los gases de efecto invernadero son gases que pueden absorber gran parte de la radiación infrarroja emitida por la Tierra y la devuelven de nuevo a la superficie terrestre calentando la misma. Estos gases han estado presentes en la atmósfera en cantidades muy reducidas durante la mayor parte de la historia de la Tierra.




Proceso efecto invernadero

  • De la luz solar total que cae sobre la superficie de la Tierra, aproximadamente el 40% de esa energía es radiada de nuevo hacia arriba en la atmósfera en forma de radiación de onda larga.
  • Entonces, de esa cantidad, aproximadamente el 75% de la energía radiada al alza de onda larga es absorbida por el vapor de agua, dióxido de carbono, metano y otros gases de efecto invernadero.
  • Dado que este proceso de absorción es molecular en la naturaleza, la subsiguiente re-radiación de energía de estos gases es multidireccional. Como resultado, alrededor del 50% de la emisión de onda larga se vuelve a irradiar hacia la Tierra donde se convirtió de nuevo en energía térmica.
  • A través de este proceso, los gases de efecto invernadero contribuyen al aumento de energía calorífica liberada en la superficie de la Tierra y en la atmósfera baja.

Tipos de gases de efecto invernadero

Todos los gases de invernadero son moléculas que contienen al menos tres átomos que están unidos débilmente suficiente junto a vibrar cuando absorben calor. Los denominados gases de efecto invernadero o gases invernadero, responsables del efecto descrito, son:
  • El vapor de agua (H2O)
  • Dióxido de carbono (CO2)
  • Metano (CH4)
  • Óxido nitroso (N2O)
  • Ozono (O3)
  • Clorofluorocarbonos (CFC).
Si bien todos ellos (salvo los CFC) son naturales, en tanto que ya existían en la atmósfera antes de la aparición del hombre, desde la Revolución industrial y debido principalmente al uso intensivo de los combustibles fósiles en las actividades industriales y el transporte, se han producido sensibles incrementos en las cantidades de óxido de nitrógeno y dióxido de carbono emitidas a la atmósfera, con el agravante de que otras actividades humanas, como la deforestación, han limitado la capacidad regenerativa de la atmósfera para eliminar el dióxido de carbono, principal responsable del efecto invernadero.



Fuente:
Conciencia eco

lunes, 9 de abril de 2012

Sostenibilidad, sinónimo de equilibrio

Si estuviera haciendo un ejercicio psicológico, de esos en los que te dicen una palabra y tú debes responder con lo primero que se te viene a la cabeza, y me dijeran "desarrollo sostenible", estoy segura de que diría "equilibrio".

¿Por qué? Sostenible significa que puede perdurar, y todo lo inestable tiende a destruirse. Lo estable es lo que permanece, aquello que ha alcanzado un equilibrio. En un ecosistema, las especies nacen, crecen, se reproducen y mueren. Pero eso no es todo. Al morir o ser matadas, sirven de alimento a otras especies, condurando así el ecosistema. Pero si una sóla especie faltara todo el ecosistema podría venirse abajo como un castillo de naipes.


 ¿Y qué es nuestro planeta sino un gran ecosistema, el conjunto de todos los demás ecosistemas? El ser humano tiene el poder para crear y destruir, para poder cambiar este gran ecosistema que llamamos Tierra.  Nos centramos en explotar, en exprimir los recursos que nos ofrece nuestro planeta pero si seguimos haciéndolo a este ritmo las consecuencias pueden resultar nefastas. ¿Y quiénes serán los más afectados? Pues los seres humanos, por supuesto.

La Tierra ha sobrevivido a grandes catástrofes a lo largo de su historia, las especies se han sucedido, las extinciones también. El ser humano (homo sapiens sapiens), que se considera a sí mismo el ombligo del mundo, no lleva más de 200.000 años en la Tierra. La Tierra, cuya vida se estima en unos 4.600 millones de años. La Tierra seguiría adelante pese a la extinción del hombre y seguramente muchas especies animales exhalarían un suspiro de alivio tras nuestra desaparición. Porque solo nosotros podemos causar daños a tan gran escala.



Pero me estoy desviando del tema: Desarrollo sostenible. Esto no significa dejar de producir, de fabricar, de inventar... ¡Ni muchísimo menos! Significa hacerlo de una forma en la que el impacto sobre el planeta sea pequeño, e idealmente inexistente. Que se alcance un equilibrio por el que el planeta sea capaz de regenarse al tiempo que lo deterioramos. Que se replanten los árboles que se talan. Que se utilicen energías renovables, que se recicle lo más posible... ¿No parece tan difícil, verdad? En nuestras manos está el lograrlo.